sábado, 20 de marzo de 2010

No entendes nada...

La gente que estudia en el colectivo miente, miente que entiende, miente concentración, miente interés y cierta felicidad de autosuficiencia. Estas son mis estadísticas: tres de cada tres personas que estudian en el colectivo subrayan todo, absolutamente todo lo que leen. Carentes de cualquier capacidad de síntesis, anhelan desahuciados conceptos principales, ideas núcleos que no pueden encontrar.Frente a la insoportable duda, estos sujetos de la mentirosa lectura comprensiva, lo pintan todo superados por la fuerza que ejerecen las siempre listas e impacientes fibras flúos.
Así los miraba yo, reproduciendo el gesto duro, rebalsado de indignación violenta de cuando Ren quiere matar a Stimpy. Así los miraba yo, de exagerada sorpresa en las cejas, resaltándome la cara de "sos bobo, hijo de puta, sos bobo". Así los injuriaba yo, con toda la conchudez que Dios me ha proporcionado, gritando en silencio y buscando miradas cómplices, siempre ausentes en mi constante público imaginario. Y vuelve entonces el grito mudo: "Mamerto de la concha de tu madre, ¿no te das cuenta lo obsoleto de subrayarlo todo?... Lo estúpido, lo tonto, lo limitado de tener una página enteramente amarilla. Forro, forra... Nunca leíste en tu miserable vida, pero aquí estás, en el 10, dejándote ver como aquel, aquella que hace de cada segundo libre un momento para la nutrición de la mente y el espíritu...
Che, estás subrayándolo todo, sabemos que no entendés nada.

"Lo que pasa es que vos estás despierta como Nahuel, como Inés y como yo" me dijo evangelizador, el siniestro de la lengua venenosa, el exitista mal formado, el enano debilmente conformado, oscuro, desalmado. Ahora me hace digna de cierta elite de jóvenes ilustres, ahora me pasa el carnet, un fructuoso año después del abandono -según él, del desgarro-; ahora me entrega solemne la chaqueta de members only, pero no me queda bien, me genera un color a muerte en la cara, a mí lo que me luce es el cuero negro. Ahora nos miente y se vuelve a interesar, se explaya nuevamente en su teoría de la conexión, en cierta mística de los ojos que comparte con sólo dos o tres a su alrededor, dando por supuesto que soy yo una de las afortunadas. De que lo conozco como nadie, me convence y se convierte en baba, en una niebla que todo lo inunda sin quedarse con nada. "Te llamo porque te odio", insistiendo en que odiar y amar no tiene distinción apreciable en la realidad... Así habla todo el tiempo, eventualmente intenta hacerme sufrir, hasta que se adentra en él y se desvive en las boberías que construye la soledad.
Me miro en el espejo y por primera vez en la vida me alegro de estar grande. Brilla la experiencia en el fondo de mi ojo, me alegra haber escuchado esto tantas veces de él o de tantos otros y me contenta, sobre todo, perderme en lo que dice, no estar atenta nunca más. No subrayar ni una sola de sus frases, porque no hay nada que entender cuando en el mejor momento de tu vida aparece irreverente, maquiavélico con agenda, el que supo ser quién sabe qué y es ahora conocido como tu ex

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